Cuando uno hace uma lista de personas que han influido en nuestra vida, no terminaría nunca. Y esas listas acostumbran a ser injustas, porque siempre te dejas a alguien.
En una España triste, pobre y perseguida por el nacional catolicismo, los niños no entendíamos nada. Pero había una cosa que todos sufríamos cuando llegaba la Semana Santa: el santo aburrimiento y la desesperación de no poder escuchar música que no fuera estrictamente clásica o ir al cine a ver alguna película religiosa y aburrirse más todavía.
Pero por suerte, estaba Francisco Ibáñez, cuyos cómics cambiaron mi vida. Recuerdo haber llorado de tanta risa.
Había otros días en que quería escaparme y entonces no había nada como Julio Verne.
Luego viví en el Reino Unido, donde otros humoristas me lo hicieron pasar muy bien.
Gracias a todos.